miércoles, 9 de diciembre de 2009

EL INTRUSO (CUENTO BREVE)

Cuatro de Agosto de mil nueve sesenta y seis, todas las tumbas tienen esa fecha, como si a los muertos de ese cementerio se les hubiera ocurrido morirse en un misterioso cataclismo universal y el tiempo se hubiera detenido desde entonces.
Mi mente comenzó a correr por lugares imposibles. No podía ser, alguien debió enterrarlos. ¿Pero quién, y dónde estaban ahora?
El sitio está vacío, y no hay ningún pueblo o caserío cerca, un hueco en la geografía que asusta y duele, tanto que ni siquiera pájaros hay entre el ralo follaje de los pinos, ni rastros de babosas o caracoles que suelen elegir la humedad de las lápidas, ni siquiera viento.
¿Quién? Digo, y me acerco a una tumba que llama mi atención desde el extremo más alejado del predio, una tumba a todas luces nueva, más acá en el tiempo que jamás de los jamases podría ser de aquélla fecha repetida.
Me acerco desde atrás, alcanzo a ver que aún está vacía, está recién pintada, como de apuro, el celeste tiene todavía las aureolas de humedad características de la pintura todavía fresca, sobre la lápida hay una placa de bronce lustroso con mi nombre, la fecha de mi nacimiento y la del fatídico momento en que todos dejaron de existir: Cuatro de Agosto de mil nueve sesenta y seis, pero mi foto, mi foto es antigua, estoy sonriendo con una expresión de verdadera alegría, está bastante borrosa pero no tengo ninguna duda, tendría unos dieci… trato de sacar cuentas con los dedos, pero misteriosamente no logro moverlos……

22 de enero de 2010
V. P. – BUENOS AIRES
levacosanovich@hotmail.com

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