jueves, 8 de marzo de 2012

YA QUISIERA

Forzar la entrada
de esta jaula de pájaros
para que no vuelvan.
Poner en claro al sol entre las sombras,
humedad de hongos en nuestra ajada respiración,
asma a ras de las baldosas.

Murmullo último que dejaremos en esta Babilonia
y sea la nostalgia, como volviendo del mar.

Esquilmar el devenir, recinto prohibido
desde tiempo inmemorial a los felices
tomarse las tripas con las manos fuertes
en una carcajada
remojados en lágrimas.
Y que salgan las viudas a la calle,
y aflojen sus botones, a esa hora
en que duerme la desilusión.

Y haya música de júbilo en las plazas.

Doblar las rodillas frente a todo anochecer
abandonando enigmas que no descifraremos:
la vida, algo más que un escupitajo,
más incluso que el estorbo de unos huesos,
un catecismo que no repetiremos.

Rendija de una persiana donde solíamos ver a otros.

Empujar la puerta alta del salón,
la de los goznes aceitados
y descubrir que no era tan pesada.
Saquear con una sonrisa permanente
el pánico
el cilicio del miedo.

Besar la mano que mordimos
besar las manos que nos dieron de comer,
mirarnos fijo en una calavera
que seria nos repita que un día moriremos
que incluso moriremos antes
que nuestra poesía.