viernes, 11 de diciembre de 2009

LOS MENGUANTES

(“A veces me digo que escribiendo esta confesión, haciéndola pública, encontraré algún alivio”.

“MI PADRE”. Guillermo Saccomanno.)



Y qué si se acabaran todos los asombros
y qué si determinados hombres dejaran de encogerse
y uno de esos menguantes fuera nuestro padre.

Y qué si alguna vez desertáramos del trabajo en busca de aventura,
pero nos descubrieran.
O qué si a alguien se le ocurriera un foro sobre precipicios.
(Seguramente iría complacido)

Igual, nada pasaría con el hombre del subsuelo
lugar donde amanezco a veces;
el que no decide con cuál de sus manos tocar el timbre
y en ese deambular se rompe tres costillas.

Justo las tres que uso para perdonar.
(Ignoro si la expresión es la correcta).

Y qué con el viejo que empuja su carrito de compras
o el perro que ronca en la vereda, al lado de la puerta,
como si esperara también él, el cielo de los perros.

Y qué si todos soy yo mismo
en duelo interminable con mi padre.

Qué infausta cosa competir a muerte con un muerto
a mis sesenta y pico.

Tal vez el pobre ande errando en los rincones, pienso
y quiera decirme algunas cosas, cara a cara;
por fin, las cosas que nunca nos dijimos.

De hombre que respira todavía, a padre muerto,
si esto de la muerte fuera, lo definitivo.

LEVA COSANOVICH
11 de diciembre de 2009

miércoles, 9 de diciembre de 2009

EL INTRUSO (CUENTO BREVE)

Cuatro de Agosto de mil nueve sesenta y seis, todas las tumbas tienen esa fecha, como si a los muertos de ese cementerio se les hubiera ocurrido morirse en un misterioso cataclismo universal y el tiempo se hubiera detenido desde entonces.
Mi mente comenzó a correr por lugares imposibles. No podía ser, alguien debió enterrarlos. ¿Pero quién, y dónde estaban ahora?
El sitio está vacío, y no hay ningún pueblo o caserío cerca, un hueco en la geografía que asusta y duele, tanto que ni siquiera pájaros hay entre el ralo follaje de los pinos, ni rastros de babosas o caracoles que suelen elegir la humedad de las lápidas, ni siquiera viento.
¿Quién? Digo, y me acerco a una tumba que llama mi atención desde el extremo más alejado del predio, una tumba a todas luces nueva, más acá en el tiempo que jamás de los jamases podría ser de aquélla fecha repetida.
Me acerco desde atrás, alcanzo a ver que aún está vacía, está recién pintada, como de apuro, el celeste tiene todavía las aureolas de humedad características de la pintura todavía fresca, sobre la lápida hay una placa de bronce lustroso con mi nombre, la fecha de mi nacimiento y la del fatídico momento en que todos dejaron de existir: Cuatro de Agosto de mil nueve sesenta y seis, pero mi foto, mi foto es antigua, estoy sonriendo con una expresión de verdadera alegría, está bastante borrosa pero no tengo ninguna duda, tendría unos dieci… trato de sacar cuentas con los dedos, pero misteriosamente no logro moverlos……

22 de enero de 2010
V. P. – BUENOS AIRES
levacosanovich@hotmail.com

miércoles, 2 de diciembre de 2009

EL HOMBRE ROTO



Desintegrado en mi dualidad,
reconciliado en carne.
Venus de Milo dándome la espalda.
Quién es esa señora grito
esa dama sin manos que me evita
en la habitación.

Cúpulas de San Marcos,
sus pechos suben y bajan
lejos de mis dedos y mi boca abierta,
hundido hasta el cuello en el hormiguero
que alguna vez fueran sábanas.

La más horrible de las muertes
¿O hay algo peor que la apatía?

Estoy roto y lo ignoro
la realidad no se compara
ni se mide contra sueños de niño
(Ese telescopio al revés);

El Demonio nunca apaciguado,
Euménide en actitud de acoso,
asfixiando suavemente con sus manos
mi garganta, hurgándome las culpas.

Allí quedaré
desgarrado hasta mi última piel.

Al apagar la luz, sin saber el día ni la hora
y en competencia con El Creador,
adoptaré una nueva aptitud para este día,
aprenderé a vivir, por lo que veo

recién, el día de mi muerte.

 
levacosanovich@hotmail.com