FORO LITERARIO

Rainer Maria Rilke - Cartas a un joven poeta "Usted pregunta si sus versos son buenos. Me lo pregunta a mí. Anteriormente les preguntó a otros. Los lleva a las revistas. Los coteja con otros, y se preocupa porque algunas redacciones los rechazan. Entonces (como usted me ha permitido aconsejarlo), le suplico que abandone eso. Usted mira hacia fuera y, es precisamente lo que no debe hacer ahora. Nadie puede aconsejarlo ni ayudarlo, nadie".

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domingo, 21 de junio de 2015

2° Premio Fundación Victoria Ocampo 2015



Publicado por LEVA COSANOVICH en 6:04 No hay comentarios:
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ALEDO


Acá ando,
yo también
rodeando la tierra.
Triste solitario y final
en este mundo.

Pero no ando solo
tristemente,
ni solitario.
Ni final.
Solo que pocos me lo creen.

Conozco un tipo
de casi cien.
Un viejo ilustre,
casi no anda,
putea en la oscuridad.
(Me dijeron que le habla a la
oscuridad).

Vive solo
lee lo que le va llegando.
Lee despacito, sin anteojos,
como saboreando las palabras.

Ésta, sandía del primer invierno
ésta otra, durazno en almíbar.
Dios mío,
Ésta, ensalada de pepinos
y jugo de mangos de Barranqueras.
Algunas incluso
le hacen toser.

Entonces, se detiene un rato
toma agua
y ve por la ventana
cosas que solo ven los viejos
solitarios.
Cosas tristes…
finales.

Leva Cosanovich.
25 de Abril de 2012.
Buenos Aires.

POEMA A LA LLUVIA

Vengo a escribirte este
poema diariamente postergado,
lluvia,
porque no viniste, diáfana
después de una tarde
adormitada.
Ni opacaste las nubes lentamente
para que podamos asomarnos adonde juega el niño
y ver los charcos en el
patio, una vez que cerramos las ventanas,
las mil y una maneras de
estallar que tiene con el genio,
el agua.

Llegaste en vendaval y te
llevaste todo.
Sobre todo los sueños.
Y con vos vino el miedo,
ese consecuente
que anda detrás nuestro
desde siempre.

Y entonces fue la gente que
no estaba,
el río desbordado
los perros y los gatos recogidos
para ser quemados en una
pira sin rito funerario.

Y supe de viejos que no podían
correr,
de niños héroes que ya no
apagarán la luz
ni escribirán poemas a la
lluvia sin recordar.

Rota toda resistencia, por
fatua,
vengo, de mala gana…y me
siento
en esta silla dura de
escribir poemas;
despacio voy por letras que
amo
y sin embargo lastiman.

Las toco con la yema de mis
dedos,
beso toda comisura o
arabesco,
reflejo apenas…de todo este
infierno…
porque no fuiste vos,
lluvia,
la que nos trajo la muerte.
Qué tendrás que ver vos con
todo esto.

Fuimos nosotros.


Leva Cosanovich.



COMENTARIOS

Hola Sergio: Quiero decirte que leí tu "Inauguración de la muerte" y reconocí - a pesar de que mi lectura fue rápida - una muy buena composición para esa maldición biblíca sobre la que fuimos fundados: la muerte de Abel por Caín; los hermanos que se siguen matando aún hoy en pleno siglo XX! ( o mejor, más que nunca en el siglo XXI). La mezcla de la vida familiar intimista con la otra historia, la del origen se da naturalmente a través de fuertes y potentes versos hasta la esperanza final, la vida sobre la muerte.
Gracias y abrazo, Inés Legarreta.


Liliana Greatti

Hola Sergio!!!! Debes sentirte re orgulloso hoy en una capacitación de lengua se propuso que los alumnos lean cuentos de tu libro Durmitor. Un escritor chaqueño!!!!

Leva Cosanovich

Qué lindo es dar buenas noticias, como decía De la Rúa jejejejej, gracias Lili, después contame si les hiciste caso y qué pasó en la clase. Te propongo ir a leerles yo mismo si querés.

POEMA

LA FORMA, COMO NIEVE EN EL CAMINO


Nada nos fue dado para siempre.
Este armazón de barro y polvo solo nos sostiene,
pero la forma nos ha sido dada.
La nieve que casi no vemos y tapa los caminos,
llena toda la tierra
abraza a las plantas, al río,
se hace nube
y se recuesta adormitada
contra un cerro
en el atardecer de mi ventana.

La forma.
Como vehículo para andar, dar besos
convertirse en leyenda que será recordada
entre escombros renegridos
con obstinación humana.

Un antídoto para el dolor
que no ha de ser eterno,
como el calor de los infiernos
o los mensajeros de las malas noticias
que creen guarecerse entre cañas secas.

Se derretirá la nieve otra vez en el camino
y volveremos a la casa.
(Siempre ha sido así)
Simplemente
tomaremos nuestros alimentos sin ayuda
como antes lo hicimos,
de las hojas de nuestros libros,
de las bibliotecas que están en la memoria.

Y un día habrá cuando el corazón no quiera más amor;
el de la contemplación,
ominosa jornada, tempestad tardía
del desconcierto y la leche agriada.

Y volverá a nevar en el camino,
y La Forma será como fuego de artificio
que se extingue,
Y que duró bien poco.

LEVA COSANOVICH
21 de enero de 2010-
BUENOS AIRES.

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POEMA

CÓMO FUE QUE NO LA VIMOS


Como llegó esta mierda de llovizna
hasta este día, que sería distinto.
Cómo fue que no la vimos subrepticia
levando el pan de nuestros sinsabores.
Nadie me saca de la cabeza
que va lloviendo a cada paso, en pos de mí,
algunas actitudes que aún,
quemándome las manos
son un hierro al rojo vivo que no suelto.

De repente el cielo se encapota
y ya está… ya no hay diablos que puedan.
El viento que se encrespa entre las ramas
la tierra que va llenándonos los ojos de imágenes
y el olor…ah el olor es lo tremendo
algo en el fondo del cerebro
que nunca habíamos perdido
nos deja lívidos.

Cómo fue que no la vimos venir,
para tocar el timbre de un amigo
bajar de los estantes algún libro,
el sortilegio que nos lleva en trance
a volver de todas las cornisas.

Es tarde ahora, me siento frágil
en este estruendo.

levacosanovich@hotmail.com


LOS CHINOS

A la soledad tuvieron que haberla inventado los chinos
mucho antes que a los supermercados,
cuando aún erraban por sus estepas.

El chino de a la vuelta siempre fuma en silencio
con la mirada perdida.

En mi vida anterior habré sido cualquier cosa menos un chino.
Tal vez un guerrero de Las Cruzadas,
o un árabe en su almenar investigando el cielo.
(Siempre tuve curiosidad por las estrellas)
O un gitano
(por mi amor a los caballos)

Me habría muerto un atardecer de cólera, o tifus;
y sé que cultivé un jardín pequeño, cerca de un arroyo.

Pero no recuerdo haber tenido este desasosiego
hasta el día de hoy,
ni la mirada del chino de a la vuelta,
ni haber fumado tanto.

Nunca antes, esta sensación de desabrigo.


levacosanovich@hotmail.com





Un Tipo Piola

La vas de pistolero de la vida
Vago disertante de las cosas muertas
La vas de explicador siempre certero
Lo que decís es cosa sensata
Sos el que todo lo sabe
El que tiene todas las refutaciones
El que nunca dice tal vez
O ni idea
Sos el que digita lo que como
Lo que cuando lo que sinó o tal vez
Pero no sos tonto
Sabes que el miedo ya no garpa
Que eso es cosa del pasado
Que nos dimos cuenta que el infierno
No es un lago de azufre y fuego
Sino algo más cierto
Más cercano
Tanto
Que hemos tenido la desdicha de tocarlo
Que no nos sale arrepentirnos
Si éramos ignorantes de lo que hacíamos
Si vos sos marketinero
Robás y pegas de internet
Y decís corto y pego
Frases pelotudas
De otros
Que si se enteran que las sacás de contexto
Te han de perseguir hasta el gallinero
Piola decís lo que yo tengo ganas de oír
Y cobrás por eso
Para los pobres murmurás
Para Calcuta
Para la madre tierra
Para la Pachamama
Verdura
Bendito el dador alegre
Bienaventurado los pobres
Porque ellos me verán
Y antes de morir ellos van a verte
Y hacen cola
Y compran tus libros
Incluso se llevan un cd para escucharlo
A la siesta
Sos un capo un tipo divertido
Nos ganaste a todos
Trabajas donde la gente muere
Siempre muerto de risa.

Leva Cosanovich.
25 de abril de 2012.

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GRAVITATORIO

Para contestar aquélla pregunta que nunca hiciste
diré solamente,
uno anda vagando por la inmensidad
llena de polvo
basura de estrellas,
agujeros que amenazan a todo lo que anda por ahí;
Y tropieza…
(No sé si es exacto el término en esa cosmogonía)
…con eso que siempre estuvo,
que iba y venía con cierta periodicidad
desde el principio de los tiempos,
difícil de ver entre la magma endurecida,
que se movía entre colas que parecían de cometas
resplandores emanados de algún sol.

¿Sabe el mundo acaso que allí no existen los matices?
¿Que nada es la madrugada o el ocaso?
¿Que norte o sur, son solo
las últimas palabras desocupadas?

Nadie intuye que en ese repertorio de silencios
en esa imprecisión
la misma nada forma parte de la nada.

Y acá estamos ahora,
frente al televisor;
el más chiquito se ha dormido en tu regazo.
Pocas cosas han cambiado,
la más importante tal vez:
desde hace un tiempo
soy un satélite de vos.


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AJEDREZ

Algo de todo alguna vez nos pertenece,
la copa de cristal de unos abuelos
tras el poco disimulo de la muerte;
un juego de ajedrez lleno del polvo
y la maraña, de nuevas circunstancias,
ocultados de dios
que sabe tan poco de nosotros
como de los que murieron.

Alfiles, cansinos y laterales alfiles,
o simple peones, resultamos,
entre reyes inalcanzables
que suelen ignorarnos.
Cercanos, iremos siempre,
por distintos casilleros.

Y esta mañana, apenas vislumbrada
detrás de las cortinas,
la sensación de que ya ha sido alguna vez
el cielo anaranjado, apenas encendido
sobre los algarrobos,
y aquel dolor antiguo, como perro
que se mantiene a raya.

Oigo los ruidos intranquilos de mi hijo
que duerme con su madre.
Prendo la luz
para no ver la oscuridad,
la alucinación real de las ausencias.
Sombras y fantasmas moviéndose cerca.

Prótesis, esas vacantes,
con ellas he tenido que aprender
a caminar de nuevo.

Y esta pieza blanca en la mano izquierda
con la que reparto;
y esta pieza negra en la derecha
con la que mato.

Ahora soplaré este polvo que no es mío
cerraré los ojos un instante
haré como que este día ya comienza,
que solo es un juego,
que nunca antes hube jugado.

Leva Cosanovich.
08 de abril de 2011.



QUÉ FUE DE JAIME


Ando, yo también,
vestido de huérfano, bajo el traje gris
con mi risa de plástico.

Llevo, en mis zapatos lustrados
cuestiones que nunca pregunté,
y me parecen interminables.

Como el amigo que solo él
sobrevivió a la bomba
en aquélla trinchera en Monte Longdon
camino por veredas rotas
sin pedir permiso a nadie,
espero la porción que alguien me debe,
y que tal vez, nadie me debe.

Llevo, solamente una astilla
de la cruz que me ha tocado
(Vi a algunos infructuosos
tratando de cargarla entera).

En vez de atármela en el cuello
la puse en el bolsillo, para que no se note
cuando voy a cualquier sitio,
al supermercado,
cuando subo a mirar como anochece Buenos Aires
desde la terraza.

(Más tarde, si no llueve, la llevaré al teatro).

Pero no soy tonto,
es imposible pedir la palangana
y lavarme las manos,
(y hay demasiada mugre en el agua).

Igual, todos conocemos el final de esta película.



levacosanovich@hotmail.com







ALGUNAS CASAS - Poema-

Ciertas casas…
Uno cruza el portón y halla una mano abierta en lugar de un picaporte, y te lavan los pies del otro lado en una palangana, y nadie murmura las quejas que acostumbramos oír por ahí.

Ciertas casas…
No tienen timbre y son de barro ordinario, de barro y paja, tientos en los travesaños, pero con los horcones bien apisonados.

Ciertas casas…
No tienen llaves, algunas…no tienen puertas. Aún así es intensa la quietud que conservan. Es imposible no soñar en ellas.

Yo recuerdo una casa así. El tiempo tuvo que echarla a tierra, para que vinieran sus fantasmas a vivir conmigo.

TÍO LALO

A veces, pienso, estoy seguro, que no te fuiste a ningún lado, que andas por acá, grandote, como siempre, riéndote de todos.

Y tal vez así sea, y la muerte sea nada más que cerrar una puerta. Uno está pero no lo ves, algo así como un culto a los antepasados.

De otra manera cómo puede ser que podamos seguir hablando, cómo te las arreglás para que soñemos con vos y retumben tus palabras y tu risa luego de la siesta.

A nadie llama la atención si digo: hoy soñé con tío Lalo. Nadie me mira extrañado.

Ahora cerraré esta puerta espejada. Después del baño, me peinaré con gel, y volveré a salir.

Iré como quien va de pesca, sonriendo al recordarte a vos y a tus ocurrencias, sin saber por qué.

Cuando regrese, si todavía estás, volveremos a reírnos de cualquier pavada.

Como antes, tío Lalo.

levacosanovich@hotmail.com

POEMA

EL MANTO





El manto de la distancia

como un escapulario que protege.

Una coraza de gestos que irán a repetirse,

como fumar o saltar la soga.



El manto de la distancia

separándonos entre buenos y malos

mostrándonos la telaraña.

El alfarero que halla en un anticuario

una vasija hecha por sus manos

en otro tiempo.

El dulce-amargo regocijo del alfarero.



El roce de una túnica en el hombro

¡Tan elástico el pasado!

Uno espera dormir al sol

a la hora de la siesta,

y abre el catre de lona

y se recuesta, y entonces halla

que no hay nada que lo tape.

levacosanovich@hotmail.com

QEPD





Es imposible conciliar el sueño

después de un funeral,

uno tarda en ponerse a la marcha nuevamente

y se deja caer pesadamente en un sillón, sin desvestirse

notablemente deprimido.



Y siente todavía en las papilas

el olor de los pinos, ese silbido,

el humo y la oración última,

los párrafos solemnes declamados terriblemente,

versos sin asombro.

Y a recordar las postales de lo que fue la tarde

una que movía la cabeza

marcando los campases de los rezos con el pié.

(Parecía sonreír la imbécil, debajo del velo)

Otros, que husmeaban tumbas vecinas como si fuera un día de pesca.



Todo ha terminado

fue la frase favorita en la ocasión.

Ahora que todo ha terminado, cierro los ojos

y pienso por última vez

en el muerto querido que nunca más veré

merodeando cerca de mí.



Dios quiera que aquél sueño prohijado

pueda al fin, descansar en paz.

levacosanovich@hotmail.com





EL TRISTE

Ando por la calle, cada madrugada, como buscando.

Y no están las cosas que quiero.

Pateo latas, asusto a gatos que encrespan sus lomos, huelo flores que osan escapar de las rejas.

Siempre, a la hora de los insomnios largos, esa hora en que la muerte sale a visitar las camas de los tristes.

Regreso a mi celda cuando el sol despierta a los pájaros.

Puedo sentir el olor que dejó sobre mi cama la que tampoco duerme.

Vagamente.

Un día me quedaré dormido y me ha de hallar.

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CHOCOLATE CON MUSLOS

Aleteos, y parecen de mil años
la servilleta sobre la mesa,
el mantel crocante, y la mañana.

La taza, el plato, las luces
que dejará este verano de papel.

Y el sapo que se despereza entre máscaras
y la bruma recortada en el día.

Rostros aletean,
como bostezos,
esferas enterradas en un umbral,
que no se desvanece.

Y yo otra vez, en espirales,
danzo sin moverme,
me aquieto
para oír tu voz que me aún me agita,
como bate un cascabel en mi memoria
tus sabores desconcertados.

Otra vez, la repetición de tu nombre,
y vuelvo a ser halcón empapado de rocío.

Escucho el molinillo del chocolate
y bostezo, como el gato de la juguetería.
Miro la pequeña lluvia en el patio,
el azúcar bruñido sobre la harina levada,
la fiesta de las cuatro hojas que nadie había aventurado
en la enredadera.

Siento en la boca
la quemada lengua que horadó anoche
los pliegues perfumados de tu piel,
tu resplandor naranja,
humedad de caracol, mujercita de los pájaros.

Mi boca antes del desayuno, sabe a muslos
definitivamente tuyos, esos muslos.


levacosanovich@hotmail.com

POEMA

DOLORES DE CABEZA

Una derrota acarrea sus procesos,
la simple derrota de alguien tiene sus costados
sus puertas laterales sin escrúpulos.
Y ese alguien, que tiene quizás manos hermosas
de hábil pianista
toma, especulemos, un cuchillo, un arma;
(podría ser también un lápiz y una hoja en blanco,
o todo junto), para su postrera sinfonía
de sábado a la tarde, a falta de piano.

Y la tarde que atrae sus evocaciones
(algo imprevisible)
de pasadas victorias,
lugares polvorientos por donde uno mismo anduvo
apoyándose, sobre esos mismos báculos.
Y falsea, nombres, fechas, circunstancias míticas,
incomprobables.
Enumeraciones complacientes
(un impulso de conservación, supongo).
Y recicla ocios en la tarde, recicla
la indolencia latente que le habita desde niño.
Y todo, lo mínimo, requiere aprobación
razones por las cuales ser aprobado.

Y uno se lacera en la extravagancia de los pensamientos
y cree ciertamente en cosas que habrían podido ser distintas
y finge asombro frente a señales que nunca aparecieron.

Y a la hora de la muerte, cerca de la medianoche
en plena hora de las revelaciones
el desalmado que bebe al lado te escupe en la cara
que triunfos y fracasos son sencillamente nada.
Lo que el pié derecho es para el izquierdo, dice.

Y uno, ya en pleno día, recuerda esas palabras
en plena calle empinada, y sospecha
que la noche anterior fue cierta.
Y a pesar del alcohol, y el dolor de cabeza atroz
uno termina por creerle.

LEVA COSANOVICH
23 de enero de 2010
V. P.- BUENOS AIRES.

POEMA

VOS ME VISTE

A veces me mirás vos también, me mirás
y me ves
así, como soy, como me viste siempre
y a veces no te gusta.
Pero no alcanzás a ver los rasgos de la calle,
los ADN
que olvidaron los que ya murieron.

Cosas que yo mismo ignoro
gestos, tics, con los que ya no peleo
porque eran de alguien antes que yo:
formas de caminar,
la manera en que se me levanta al labio
cuando estoy pensativo,
el lunar imperceptible en el antebrazo izquierdo.

A veces río y digo con voz de poeta que soy original
que provengo de nadie conocido
(de los neandertales digo)
único e irrepetible, para que todos rían.
(Tal vez algo en los rulos con mi abuelo,
tal vez una pizca de la apatía de mi padre
o de ambos, las letras).

¿Pero no…quién carajos no escribe en estos días?
¿Quién, buscando algo de luz se abstrae de prender la luz?
¿Quién no ha jugueteado un poco con su tristeza
creyendo que puede manejarla?

Solo vos me ves,
como viste el musgo en los árboles
aquél invierno que nos arrancó la piel a tiras.
Acá todavía hay vida me dijiste feliz
Como viste el temblor del insecto que parecía una ramita.

¿Ves?
A eso me refiero:
descubriste el rastro de plata que dejó el caracol
oculto bajo las hojas en algún lado.

Solamente vos nos viste..


LEVA COSANOVICH

levacosanovich@hotmail.com

DE NUEVO EL OTOÑO

Ha vuelto el primer frío,
han vuelto los caballos
con sus pescuezos lisos como mármol
y la mirada como si nos entendieran.

El ruido del monte
cuando llovizna en el otoño
ha vuelto;
la risa de los niños
que juegan otra vez sobre la alfombra.

El suave ronroneo del gato
que se había ido de aventuras
en el viejo verano.

El olor húmedo de las naranjas
haciéndose dulces en la planta,
el crepitar rojo de la madera roja.

Volvimos a soplar el lomo de algunos libros,
a hablar de aparecidos, en susurros,
descorchamos una botella,
luego entornamos los postigos.

Simulamos que todo sigue igual.

Finge dormir el perro con la cola alerta,
me mira un instante mágico.
Nos miramos.

Como si estuviera bien,
mentir
que todo está malditamente bien,
que nadie falta.

Como si nos picara en los ojos
el humo de la chimenea.


levacosanovich@hotmail.com

INTRÍNGULIS CHINO

Uno de estos días
tocará la puerta.
Vendrá trayendo ese mohín
que conocemos,
el que solía aislarnos de toda intimidad.

Todo habrá de ser como si nada,
como si la duración tuviera
facultades ignoradas,
destellos que yo desconocía;
y expandiera sus límites
a entre horas inadmisibles
y minutos cabales.

Y volveré a poner en hora los relojes
entre silbos de agrado,
y habré de comenzar otra vez
otro milenio.

Lunes nuevo, enero nuevo, año cero.

Ella vendrá como siempre,
cuestionándolo todo,
ejercitándose a conciencia
para sus guerras
en las que nunca da cuartel,
ni tampoco lo espera.

Disfrazada de todos los colores,
volverá enigmática,
con aquéllos secretos que ignoramos.

Y yo también habré de estar igual
con mi tibieza que suele ser exagerada,
mi unívoca visión de cíclope arcano,
según ella,
tenso, según me reconozco yo,
como cualquier prisionero.

Después que abra la puerta,
después que ella entre,
después que nos abracemos
como siempre,
y vuelva a cerrarla con dos llaves.

Recién allí, sonreiremos.

levacosanovich@hotmail.com

GATOS Y RATONES

Asumir las culpas, como si fuera una constricción. Uno se arrodilla golpeándose el pecho, y listo.

Asumirlas, como quien dice: okay, allá vamos, y se arma de paciencia para la travesía, de lentes para el sol, y un monedero lleno de monedas.

Para que todo siga más o menos igual que antes, y nada cambie.

Y cenemos a la misma hora, y no sepamos para qué vivimos, y cada día se parezca al anterior, y la vida sea algo que les ocurra a otros.

Y exponemos nuestras miserias, y decimos con firmeza: nunca más, para que suene a irrefutable, y sonreímos esa sonrisa que ya no tiene adeptos mientras nos flagelan.

Y somos empalados en el potro del suplicio, y deshacen nuestras coyunturas, y gemimos por todos los rincones, y agonizamos de miedo mientras finge ignorarnos, el que nos lacera.

Nunca duda, a la hora de los bifes.

Mucho más adelante en el tiempo, cuando crecen, los verdugos nos extrañan.

Y no hay brazo disponible que dar por un abrazo, y no hay ojo sano que dar para ser vistos y sus propias culpas empiezan a pesar en su equipaje.

Y quieren hablar aunque sea por teléfono un instante, y miran las estrellas, y se lamentan haber sido tan duros, y se miran las manos. Y hay quien ofreciera la derecha para volver a ser retados, una vez, al menos, otra maldita vez.

Y uno querría estar allí para retarlos un poco.


AGORGOJADO

Mataré uno tras otro los pájaros que perturban mi agonía,
bajaré la persiana que da a la calle,
las plantas del balcón se secarán, sin agua,
he de quemar los libros que leímos,
la ropa de mis cajones,
mis camisetas todavía huelen a lavanda.
Quebraré los espejos,
llenaré el tacho de los desperdicios
con peines que no son míos,
cepillos de diente,
lapiceras de tinta seca,
portarretratos donde hubo fotos,
el cable de una plancha que dejó de calentar,
unos fideos agorgojados que olvidamos en un rincón de la alacena.

Y tal vez me mate con mis manos, o me muera,
al fin de cuentas es lo mismo.

Pero lo que fue, lo que pasó, eso cierto…
No sé que diablos hacer con ello.


LA PÁGINA.

No me es fácil dar vuelta alguna página,
la hoja se me hace pesada.

Uno moja el índice en los labios
y éste se niega,
levanta la voz, ordena, grita procacidades
amenaza, lo conmina a un futuro de guante o de bolsillo,
a nunca más señalar.

Pero nada de esto surge efecto.

Por la noche, el mismo dedo gira en mi vaso un cubito de hielo.
Para esa hora de silencios, casi, casi, ya me he amigado con ese rebelde.

HONGOS VENENOSOS

Indago en esta tierra negra y con mis uñas, horado, como un animal los desperdicios, el apacible contraste de las claridades suspendidas sobre la hierba mojada.
Con las mejillas ardientes entre árboles marrones, y el aire rutinario de los rendidos.

Un aluvión de días semejantes que nunca quise rescatar.
Por un sendero de piedritas blancas y mis tijeras en la mano,
desde la puerta granulada de los vidrios más allá de la fuente del patio y los mosaicos.

Nada hay comestible entre el silbo lastimoso de las casuarinas
y los murmullos desordenados, rotos por el escalofrío de copas que siguen chocando en el pasado.

Los recuerdos también son hongos venenosos.

Como esta mancha de sangre en la pechera de mi camisa que ya no llama la atención.

Rasgo los troncos todavía húmedos.

El tono lastimero del viento desordena algo más que mis cabellos y la memoria de tus senos tímidos; y las bocas huecas, de canturreos ensimismados de aquélla, nuestra habitable fatiga.

Otros cadáveres me hacen compañía, hojas achicharradas que dejó el verano, el musgo que la noche congeló sobre los muros,
los nidos derruidos por el silencio de pájaros que huyeron de este mundo, y las enredaderas.

Lo he visto todo desde el ángulo sesgado de este ajedrez sin casualidades, el humo permaneció distraído en el cielo un poco más de tiempo, y el fuego del patio se apagó sin remedio con los vapores del rocío.

Días escondidos, quién sabe dónde, como los tenedores rotos en el fondo de un cajón, o los claroscuros del Tiempo, que nunca pierde tiempo.

Busco y rebusco bajo el acolchado de hojas podridas, detrás del banco circular de piedra.
Siento la debilidad sobre mis ojos, los olores duros y tibios.

Extraño, los obscenos sentimientos en este mismo patio de mosaicos transitados y el murmullo ronco de la monotonía de nuestras conversaciones.

…y el polen de flores que se fueron secando por el espeso viento sentimental que ahora amaga acariciarme…
Pero no.

¿Dónde aquél murmullo desordenado que ahogamos entre estos mismos árboles de raíces a la vista…

…acaso en el agua quebradiza de esta fuente en la que ahora cagan los patos?

¡Ya quisiera desmantelar así mis emociones!

…y entonces uno teme el coágulo húmedo, o el helado diamante de la muerte…
Esos otros hongos.

Mala la tarde lluviosa, esta planicie de desierto; y la atmósfera ocre de esta vidriera cubierta de afiches que se están despegando donde alguna vez, fue tu cara sonriendo.

LEVA COSANOVICH

Poema inspirado en Juana La Loca, de Ana Arzoumanian

REINA LOCA



Llevo conmigo una caja llena,

como reliquias de mi corona,

o los cabellos de Cristo

o de la virgen.



En mi cofre

el sudor dulce

que alguna vez estrellaste

contra el tablero enjaezado

del patio exterior.



Nadie puede sentir esa gracia almibarada,

nadie, aparte de mí

la agrio-salobre comisura

que te dejó la muerte,

esos labios que besé,

tiritas de cuero, sin hálito, ahora,

sin el estremecimiento de la vida.



Llevaré esta caja sin saber para qué.

Ardua custodia

que cesará cuando me haya muerto.



Solo para mí tiene valor,

yo me he aventurado a la desdicha

de ignorar tu muerte.



Hereje

ante penitentes que rezan por mi alma

y desvían la mirada.

Me salpican al pasar

desde la pila bautismal de piedra rosa,

agua con gusto a simple agua de rocío.

Para no mirar lo que no quieren ver en el espejo:

ésta boca, ávida de tu saliva dulce.

Para no recordarme de antes de ser llamada

abiertamente: Loca.

Cuando mi vientre era todavía

bien apretado contra el tuyo.



Espantada ante la ingratitud de dios

transporto estas miserias

gratas, solo para mí;

despojos de lo que fuiste.




Estos rezagos

que no he sabido en qué lugar dejar.

Camino en esta procesión de solo una

sin que me baste,

sin que haya rebosado de dicha,

o el espesor de tu presencia me haya colmado

en aquéllos días.



Voy en soledad

acariciando tus huesos

tu carne descompuesta,

lo que logré arrebatarle a la Verduga fe

los que pretendieron esconderte

en un sepulcro.



Solitaria,

un alfiler de hierro

se ha hundido en mi corazón

un oxidado orín

corre adentro de mis venas.



Arrastro los pies

y la mirada

con tus residuos santos en la caja.



Me espera apenas

otro día misterioso

y luego tal vez… otro.



Me arrastro en el barro del absurdo

como un torbellino sin ruido,

respiro lo suficiente, apenas

para llegar alguna vez

al día postrero.






levacosanovich@hotmail.com












ME VIVO POR VERTE (RELATO)


Mi hijo mayor me extraña, y mi hija que recién tiene dieciséis años también me extraña, el otro, el del medio, me llama por cualquier motivo trivial.
Viejo, ¿cómo salió River? fue el mensaje de texto que recibí hoy de él.
Últimamente ha habido algunas desapariciones inesperadas entre nuestros conocidos, y nadie como la muerte para darnos un baño de realidad.
Mis hijos van entrando a esa edad en la vida cuando las balas comienzan a picar demasiado cerca de sus mayores y seguramente se hubieron representado la cosa sin su padre y no les hubo gustado ni medio.
Algo así les debe haber pasado porque a mí también me ha agarrado una urgencia como de morirme por verlos un ratito aunque sea.
Aunque ese morir en este caso signifique justamente lo contrario.

LEVA COSANOVICH
18 de enero de 2010

MI MUJER (RELATO)

Mi mujer respeta una regla nunca enunciada en nuestra casa: cuando escribo, nadie hace ruido, las radios no se prenden y la televisión se mira con los auriculares puestos.
Ella guarda todo lo que tiene para decirme para cuando yo cierre la computadora satisfecho, y en ese interín, seguramente se le olvidan la mitad de las cosas que tenía para decirme.
No sé de dónde le viene ese obsesivo celo por cuidar el ejercicio de mi labor, pero le agradezco, seguramente se habrá dado cuenta de que no es tan mala idea tener un marido cerca, bien controlado, cuya mayor debilidad son los libros.
O tal vez solo me ame, y amor signifique solo eso: dejar que el otro haga lo que tenga a su alcance para ser feliz.

LEVA COSANOVICH
levacosanovich@hotmail.com

CUENTOS

EN LA PRISIÓN


Nada que hacer, y las manos

desocupadas
provocan el dolor del idiota;
Intenta pensar- recordar-,
pero su mente está borrosa.

Se sabe de memoria a Melville. Mira sus manos, también desocupadas, hace rato se rindieron a sus autoprofecías de niño, grillo insomne adentro de su oreja, esterilidad, barro endurecido sin amasar sobre la mesada, sus recuerdos como una rama seca, lejos de la redención del verde que todo lo rodea.
Se para con dificultad, otra vez esa vena invisible que late en algún lugar de su cabeza, mira el espejo y lo que ve no le gusta. No son las pupilas sino la mirada; no son los gestos que conoce hasta el hartazgo, sino las bolsas debajo de los ojos que se le hincharon en alguna noche de desvelo y nunca más se fueron. Va y viene, mate vacío en mano, copa vacía en mano, como un fantasma estúpido que se olvidó de asustar siquiera al perro que lo mira inquieto, y parece que duerme para que nadie note su presencia, pero no duerme.
Afuera nada, la realidad enmudecida le hurga los sentidos que se le fueron haciendo laxos, hasta desaparecer con el mismísimo mundo. Nadie en la ventana, nadie del otro lado del teléfono que sostiene con sus manos trémulas, ni una letra a simple vista dentro del libro amado de edición española y tapas duras. El silencio es incómodo afuera pero también y peor aún, dentro suyo.
El sol que golpea… sigue recitando en susurros el poema del condenado… Ni un cobertizo, ni un árbol… -Ni siquiera eso- murmura, y se deja caer también él, sin pronunciar el último verso: …muerto en su miseria….
Se desvanece en su propia guarida, no hecha de tierra cavada con las manos como la de aquél compañero de infortunios, sino en esta cama de una sola plaza, de esta soledad definitiva, de este domingo silencioso de aplausos olvidados, en este Hogar para Actores viejos que ya no tienen alegrías.



LEVA COSANOVICH
levacosanovich@hotmail.com









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